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viernes, julio 29, 2011

Todo el mundo debería volver con todo el mundo - Fragmento de "En picado" de Nick Hornby 

"En picado" es una de mis novelas favoritas de todos los tiempos. Dentro de los diez libros que me llevaría a una isla desierta, este iría seguro: me daría fuerzas para sobrevivir y para recordar lo lindo y lo difícil que era vivir en sociedad, alimentaría mi nostalgia en torno a los seres humanos. Seguro que también me llevaría a esa isla otras dos obras de Nick Hornby, "Alta fidelidad" y "Juliet, desnuda", porque este autor inglés tiene la particularidad de escribir sobre temas con los que me identifico.

El fragmento que escogí de "En picado" incluye la hermosa teoría de "Y si nadie terminara con nadie...". JJ., es el personaje que larga esta tonta idea: "Todo el mundo debería volver con todo el mundo.". Este músico en crisis ha tocado fondo puede que esté desvariando cuando se le ocurre esta loca idea.

Cuando pienso en profundidad en esta utopia de happy end me parece tan encantadora como imposible de llevar a la práctica. Se me ocurre que si todos volviésemos con todos se aboliría la nostalgia. Esa palabra se borraría del diccionario porque en su lugar aparecería escrita la palabra magia. Se acabarían las separaciones, los divorcios. Nunca se rompería el encanto de las relaciones, siempre daríamos una nueva oportunidad a las personas y entonces sí que las cosas saldrían bien. El concepto de fracaso no existiría porque de tantas veces que lo intentaríamos las cosas terminarían por funcionar. Se acabaría esa mentira del fracaso. Seríamos personas confiadas. Se acabaría el odio y por tanto las guerras. El amor haría girar el mundo. La educación entonces sería un éxito, los niños crecerían para convertirse en quienes son, liberados de miles de problemas, frustraciones y asignaturas pendientes que sus padres ya no podrían transmitirles. Todo sería positivo, para mejor, nada dramático ni agridulce. Nadie sería posesión de nadie, se acabarían los celos. Nadie querría ser como otro ¿para qué si justamente es a uno mismo a quien los demás buscan? Se acabaría la competencia, no habría que luchar maquiavélicamente para conseguir las cosas, nada seria exclusivo. Habría amor, recursos, en fin, de todo para todos. Esta nueva generosidad llenaría cada hueco con amor. Se acabarían las reuniones de ex- alumnos. Se acabarían los reencuentros amistosos porque nunca nadie habría dejado de estar en contacto con nadie. Entraríamos y saldríamos de los trabajos cuando quisiéramos, no existirían despidos ni seguros de paro. Tampoco existirían los duelos ni la angustia, por lo tanto la industria farmacéutica se iría a pique, no tendríamos a quienes extrañar ni tampoco sentiríamos miedo a nada. Estaríamos siempre unidos como una gran familia, siempre concentrados en el presente. Como andaríamos de buen ánimo, probablemente no nos enfermaríamos. Como formaríamos una gran familia universal y andaríamos claritos, la ciencia alineada en esos valores también lograría descubrir curas para los problemas más complejos. A nadie le faltaría nada. Los psicólogos y los psiquiatras también perderían sus trabajos, se acabarían problemas como la angustia, el insomnio, la depresión, los ataques de panico, la bulimia, etc. Los escritores también perderían bastante material ¿sobre qué escribirían? ¿cuál sería la situación dramática que los inspiraría? ¿? Las buenas bandas de rock nunca se habrían separado, de algún modo los proyectos nuevos se irían agregando a los anteriores. Todo se iría sumando, acumulando, todo iría hacia el crecimiento y la expansión de nuestro potencial. No habría que elegir, se evitarían muchos problemas y frustraciones. Los niños nunca quedarían sin sus padres ya que no existirían las separaciones, los divorcios, incluso podrían decidir con quién quieren vivir en el caso de que quisieran cambiar de padres. No habría pecados, reproches ni culpas ni dilemas morales (menos trabajo para las iglesias). En las fiestas y los cumpleaños habría lugar para todos, nadie quedaría solo ni se sentiría excluido. Todos volveríamos con todos, nos sentiríamos plenso. Se pondría de moda Nietzsche, particularmente una de sus tesis más extrañas: la del eterno retorno. Esta teoría acepta que todos los acontecimientos del mundo, todas las situaciones pasadas, presentes y futuras se repetirán eternamente. Según la tesis del eterno retorno todo va a repetirse un número infinito de veces: las personas que conocemos volverán a estar presentes; pero también el resto de los seres (animales, plantas, objetos inertes);volverán las mismas cosas con las mismas propiedades, en las mismas circunstancias y comportándose de la misma forma. En fin, habría remeras, tazas, todo un merchandising en torno a esto. Aunque seguro en ese paraíso también habría detractores que querrían volver al estado de separación en el que vivimos ahora, quizá ellos buscarían la purificación a través del dolor, quién sabe (ninguna teoría puede dejar contentos a todos, eso está claro). Pero volviendo al plano mundano, si todos volviéramos con todos no habría personas-tabú-sobre-las-que-no-se-puede- hablar, dejaríamos de esconder las fotos de nuestras ex-parejas, las cartas de amor, todo ese arsenal de adorables fetiches. Nuestras familias políticas seguirían guiándonos, nunca nos separaríamos de aquellos suegros o suegras que nos cayeron particularmente bien alguna vez.

En principio la idea de todo el mundo debería volver con todo el mundo parece todo muy difícil de aplicar, demasiados planos para conjugar en las coordenadas que manejamos de espacio-tiempo. Pero ¿quién sabe si algo de este espíritu no se puede rescatar? ¿Un diez por ciento? ¿Un uno por ciento? ¿No podríamos al menos seguir tratándonos con nuestras ex-parejas sin sentir que nuestras actuales parejas se nos tiran encima como perros rabiosos? Nunca acabaría la amistad, ya no nos pelearíamos por pavadas con nuestros amigos, con esas personas tan especiales que formaron parte de nuestra vida, recurriríamos a ellas siempre que lo precisáramos. Es cierto que parece difícil de regular. A algunos les puede parecer demasiado liberal o incluso promiscuo. Pero se me ocurre que si todo el mundo volviera con todo el mundo uno podría tener un hijo de quien quisiera y criarlo con quien se le cantara, pero eligiendo el motivo. Podría elegir a alguien como padre o madre de su hijo, otra persona para convivir, otra persona para enamorarse, o se podría ir rotando. Compartiriamos el club, salidas al teatro, al cine, al parque, tendríamos proyectos artísticos, económicos, familiares con todos aquellos seres que quisimos y nos quisieron. Ya sé, alguien dirá que no maduraríamos nunca. Puede ser. Pero no se puede negar que la teoría de "todo el mundo debería volver con todo el mundo" es de las más dulces que se haya inventado.

En los momentos más tristes voy a pensar en esta tonta idea y sé que me va a brindar consuelo, calor en el corazón. Voy a creer que todavía hay una esperanza de que el ser humano reaccione, voy a sentirme más libre. Me voy a alegrar con esta loca idea de que el mundo es redondito y que todo va y vuelve en un ciclo de transformación perfecto. Gracias JJ. Gracias Nick Hornby por este lindo regalo.



Gracias a ustedes por leer este blog. Bendiciones para todos. A continuación transcribo el fragmento que dio origen a todas mis cavilaciones:

"Iba a ser un final feliz, lo veía venir. Y lo iba a ser para los cuatro que estábamos allí. En el primer concierto que diéramos cuando volviéramos a tocar juntos podríamos dedicar una canción al Tipo sin Hogar. Oye, hasta podría ser nuestro encargado del equipo en las giras. Además, podría hacer uno de los brindis de la boda.

Todo el mundo debería volver con todo el mundo- dije, y lo decía en serio. Era mi discurso final-.Todo grupo que se ha separado, toda pareja... Y hay demasiada infelicidad en el mundo sin necesidad de que la gente se separe cada diez segundos."

Ed me miró como si estuviera viendo a un loco.

-No estás hablando en serio- dijo Lizzie.

Quizá juzgué mal el ánimo que flotaba en el aire y el momento. El mundo estaba preparado para mi gran discurso final.

-Naaaada... -dije-. Tranquilos. Ya sabéis. Era sólo... una idea. Una teoría en la que estoy trabajando. Aún no he solucionado sus puntos flojos.

-Miradle la cara- dijo el tipo sin hogar-. Oh, habla en serio, de veras.

-¿Y cómo funcionaría la cosa si de unos grupos nacieran otros?- dijo Ed-. Como..., no sé, si Nirvana volviera a juntarse..., los Foo Fighters tendrían que separarse. Y serían muy infelices.

-No todos ellos- puntualicé.

-¿Y qué me dices de los segundos matrimonios? Hay montones de segundos matrimonios felices.

-No habría existido Clash. Porque Joe Strummer habría tenido que quedarse con su primer grupo.

-¿Y quién fue tu primera novia?

-¡Kathy Gorecki!- dijo Ed-. ¡Ja!

-Pues seguirías con ella- dijo Lizzie.

-Sí, claro -me encogí de hombros-. Era estupenda. No habrías llevado una mala vida con ella.

-¡Pero nunca te dejaba hacer nada!- dijo Ed-. Ni siquiera meterle la mano debajo del sostén.

-Seguro que ya lo habrías conseguido. Llevaríais quince años juntos.

-Oh, tío- dijo Ed, con el tono de voz que normalmente empleábamos cuando Maureen había dicho algo desgarrador-. No
puedo pegarte.


Recorrimos un trecho de la calle y entramos en un pub, y Ed me invitó a una Guinness, y Lizzie compró un paquete de cigarrillos en la máquina y lo puso encima de la mesa para que lo compartieramos, y estuvimos allí sentados, y Ed y Lizzie me miraban como si estuvieran esperando a que recuperara el resuello.

-No sabía que te sintieras tan mal- dijo Ed al cabo de un rato.

-¿Y lo del suicidio? ¿No bastaba para hacerse una idea?

-Sí. Me enteré que quisiste matarte. Pero no sabía que te sintieras tan mal como para querer arreglar las cosas con Lizzie
y el grupo. Eso indica una infeliciad completamente diferente, mucho mayor que la que pueda llevarte al suicidio.

Lizzie intentó no reirse, y el esfuerzo hizo que soltara algo como un bufido extraño, y yo di un largo trago a mi Guinness.
Y de pronto, durante apenas un momento, me sentí bien.


Ayudaba el hecho de que me encantara la Guinness fría; y también que amaba de verdad a Ed y a Lizzie. O que los hubiera amado en el pasado, o amado más o menos, o amado y odiado al mismo tiempo, o lo que sea. Y quizá por primera vez en los últimos meses reconocía algo llanamente, algo que sabía que había estado oculto en mis entrañas, o en algún punto de la nuca (o en alguna parte que me permitía fingir que no lo notaba). Y lo que reconocí fue lo siguiente: que había querido matarme no porque odiara vivir, sino porque me encantaba la vida. Y lo cierto del asunto es que, en mi opinión, un buen montón de gente que piensa en quitarse la vida siente igual que yo. Creo que así es como se sentían Maureen y Jess y Martin. Aman la vida, pero se les ha jodido todo en ella, y por eso me encontré con ellos y por eso seguimos todos en este planeta. Nos subimos a aquella azotea porque no podíamos encontrar el camino de regreso a la vida, y al vernos excluidos de ella de tal manera... Es que la vida te destruye, tío. Así que es como un acto de desesperación, no de nihilismo. Es una eutanasia, no un asesinato. No sé por qué se me ocurrió de pronto en ese momento. Quizá porque estaba en un pub con gente a la que amaba, bebiéndome una Guinness, y sé que ya lo he dicho antes, pero me encanta la Guinness, como me encanta too tipo de bebidas con alcohol (como es justo que así sea, pues es una de las glorias de la creación divina). Y acabábamos de montar aquella estúpida escena en la acera, y hasta aquello me parecía que había estado bien, porque a veces son este tipo de momentos -los realmente complicados, los momentos realmente absorbentes- los que te hacen darte cuenta de que hasta en los malos tiempos hay cosas que te hacen sentirte vivo. Y además está la música, las chicas, y las drogas, y la gente sin hogar que ha leído a Pauline Kael, y pedales hawaianos, y patatas fritas inglesas de sabores, y que aún no he leído Vida y aventuras de Martín Chuzzlewit, y... El mundo está lleno de montones de cosas.





Y no sé qué cambió con este reconocimiento, con este repentino flash. No fue como a mí me habría gustado, ya saben, aferrarme a la vida con un apasionado abrazo y jurar no dejarla hasta que ella me deje a mí. En cierto modo, empeoró las cosas en lugar de mejorarlas. En cuanto dejas de hacer como que todo es una mierda y no ves el momento de liberarte de ello -que es la historia que me he estado contando desde hace un tiempo-, la cosa se hace más dolorosa, no menos. Decirte que la vida es una mierda es una especie de anestésico, y cuando dejas de tomarlo empiezas a darte cuenta de lo mucho que duele, y dónde, y que ese tipo de dolor no le hace a uno ningún bien.


Y estuvo muy bien que estuviera con mi ex amante y mi hermano en el preciso momento en que me di cuenta de todo esto, porque la reflexión valía para ambas cosas. Los amaba y siempre los amaría, pero ya no había sitio donde poder ubicarlos, porque yo ya no tenía sitio donde poner todas las cosas que sentía. No sabía qué hacer con ellos, y ellos no sabían qué hacer conmigo (pero ¿no es eso la vida?).

-Nunca dije que rompería contigo porque no ibas a ser una estrella de rock- dijo Lizzie al cabo de un rato-. Lo sabes, ¿verdad?

Negué con la cabeza. No lo sabía. Lo que llevo dicho corrobora lo que afirmo. Ni una sola vez en esta historia he reconocido ningún tipo de malentendido, deliberado o no. Hasta donde yo se, Lizzie me había dejado porque yo era un perdedor en el mundo de la música.


-¿Qué es lo que dijiste, entonces? Dímelo de nuevo. Te escucharé con los oídos bien abiertos.

-¿Qué puede importar ya? Todos hemos cambiado, ¿no?

-Más o menos.- No iba a admitir que yo segúia sin moverme, o incluso que había retrocedido.

-Muy bien. Lo que dije fue que no podría estar contigo si no fueras músico.

-Eso no era tan importante para tí entonces. Ni siquiera te gusta tanto la música.

-No me estás escuchando, JJ. Eres músico. No es tanto lo que hacías. Es más lo que eres. Y no estoy diciendo que vayas a ser un músico de éxito. Ni siquiera sé si eres bueno o no. Pero yo veía que no ibas a servir para nada si lo dejabas. Y mira lo que ha pasado. Deshaces el grupo, y cinco minutos después te subes a lo alto de un edificio. Estás ligado a la música. Y sin ella estás muerto. O más te valdría estarlo.

-O sea que... Ya. No tiene nada que ver con no tener éxito...

-Dios, ¿por quién me has tomado?

Pero no estaba hablando de ella; estaba hablando de mí. Nunca lo había mirado de ese modo. Pensé que todo se había debido a mi fracaso, pero no era así. Y en ese momento sentí ganas de llorar a desconsoladamente porque sabía que Lizzie tenía razón, y a veces la verad hace que te sientas de ese modo. Tenía ganas de llorar porque iba a volver a hacer música otra vez, y porque lo echaba de menos tanto... Y tenía ganas de llorar porque sabía que hacer música nunca me iba a hacer tener éxito; Lizzie acaba de condenarme, pues, a otros treinta y cinco años de pobreza, al desarraigo, a la desesperación, a no tener seguro médico, a moteles sin agua caliente y a hamburguesas infames. Sí, y la diferencia estribaba en que me las comería en lugar de hacerlas."

JJ .*

*Esta novela coral se compone de capítulos cortos narrados los cuatro personajes principales. El fragmento que transcribí corresponde a JJ. En la contratapa de la edición de Anagrama que yo tengo lo decriben así: "JJ. s un joven americano con pinta de estrella del rock, e iba camino de serlo hasta que su grupo estalló, y acada uno se fue con la música a otra parte. O a ninguna, que fue lo que le pasó a JJ. Ahora reparte pizzas, y no lo soporta." O sea, se quedó sin banda y sin novia. Lo peor de lo peor para un músico..."


Sobre la novela:

"A lo largo del año hay tres días: Navidad, Año Nuevo y San Valentín, en los que las estadísticas de suicidios se disparan. Es lógico pensar que de vez en cuando algunos suicidas se encontrarán en los lugares más apropiados para suicidarse. La noche del 31 de diciembre cuatro personas coinciden en Londres en la azotea del Topper’s House, uno de los edificios que más atraen a los suicidas para dar el salto.

Los cuatro han subido allí con la intención de tirarse abajo, aunque impulsados por diferentes motivos. Martin era un presentador estrella de televisión. Divorciado y bebedor, su carrera profesional y el resto de su vida se van al garete cuando se descubre que uno de sus últimos ligues era una menor. Maureen es una mujer mayor y religiosa que vive sola con un hijo discapacitado que es un vegetal, no puede hablar ni comunicarse de ningún modo y necesita asistencia de alguien para todo. Jess es una macarra adolescente hija de un político del gobierno laborista. Es impulsiva, maleducada y bocazas, y le acaba de dejar su novio. El cuarto, J. J., es un roquero norteamericano con deseos de convertirse en una estrella de la música. Su novia le dejó poco después de que se rompiera su grupo, así que está frustrado y trabaja de repartidor de pizza. Cuando Maureen sube al Topper’s House el día de Nochevieja, se encuentra con Martin balanceando las piernas sentado en el borde de la azotea. Pero se hacen cargo de la situación y cada uno sigue con lo suyo. Poco después irrumpe Jess bastante alterada y rompe el clima de intimidad suicida. Discute con Martin y al rato aparece J. J. con una pizza en la mano aún pendiente de entrega. Acaban sentados en el suelo comiéndose la pizza.

Probablemente es más fácil suicidarse que permitir a otro que lo haga. La cuestión es que esa noche ninguno de los cuatro salta desde la azotea. Como la “magia” del momento que habían elegido se ha roto, pero siguen convencidos de su decisión, establecen una cita el día de San Valentín y adquieren el compromiso de volver a encontrarse en esa fecha para saltar juntos.

“¿Puedo explicar por qué quería saltar desde lo alto de un edificio? Pues claro que puedo explicar por qué quería saltar desde lo alto de un edificio. No soy ningún maldito idiota. Puedo explicarlo porque no era inexplicable: era una decisión lógica, producto de un razonamiento correcto. Y ni siquiera era un pensamiento serio. No me refiero a que fuera un pensamiento caprichoso: me refiero a que no era terriblemente complicado, o desesperado.”

Nick Hornby, En picado, Anagrama, 2007
http://www.nickhornby.net/

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