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viernes, mayo 25, 2012

El alma de Gardel - Mario Levrero (fragmentos) 



"Me paré sobre un costado de la amplia puerta de la Biblioteca, con las manos apoyadas en el mango del paraguas y descansando allí todo el peso del cuerpo; miraba llover. Siempre me fascinó la lluvia; cuando era chico, estaba siempre alerta esperando que se nublara el cielo y cayeran las primeras gotas. Los días de lluvia eran para mí como días de fiesta. Ahora estoy más distraído con las cosas que me ocurren, en lo personal, en casi toda mi vida adulta me ha faltado el tiempo para volverle a prestar atención a la lluvia. Algo parecido me pasa con la música; la oigo, pero más bien como fondo, sin entregarme plenamente. En eso se ha transformado la vida de adulto: un pasar cerca de las cosas sin rozarlas, o rozándolas apenas, pero sin entablar amistad con las cosas, sin intercambios, dar y recibir. Dar de sí, la atención, el tiempo íntimo, uno o todos los sentidos. Tengo entendido que del mismo modo ausente la gente suele hacer el amor, y no puedo dejar de asombrarme. Ésa es la vida de ellos."




"-Gardel -decía, poco más, poco menos-, Gardel sólo quiere elevarse, que lo dejen en paz para elevarse. Hace mucho tiempo que está atrapado en la zona inferior, reclamado continuamente por los que escuchan sus discos y gente como usted, que estudian su vida. Todo eso lo tira hacia abajo, ¿comprende?, no lo deja ascender. Cada vez que alguien pone un disco de Gardel, allá está el alma de Gardel, que ya no es Gardel, sino el alma, el alma de Gardel, que sólo busca subir, trascenderse en un Plano Superior, y lo tiran para abajo, lo reclaman, porque él puso mucha fuerza en los discos, ¿sabe?, no siempre que se escucha el disco de alguien que murió, ese alguien se siente atraído por el disco; no; sólo unos pocos, los que ponen el alma. Magaldi, por ejemplo; Magaldi no ponía el alma. Era un llorón, hacía mucho teatro, como que se desgarraba y lloraba cuando cantaba, pero en realidad no ponía el alma como Gardel.
Usted escucha a Gardel, que me perdone el pobrecito por perturbarlo, nombrándolo así, con admiración, estas cosas lo llaman hacia el Plano Inferior, pero Gardel ponía el alma, y el alma de Gardel está en el surco de cada disco, un poco del alma quiero decir, son pedazos que fue dejando por la Tierra, y ahora tendría que reunidos silenciosamente para poder trascenderse, ¿me comprende?"



"Las cosas, desde luego, no sucedieron exactamente así, como las estoy contando; en rigor, las cosas nunca suceden como se las cuenta, porque nunca se pueden contar tal como suceden. ¿Cómo puedo saber yo ahora el contenido exacto de mi pensamiento aquel día? ¿Cómo puede alguien, ni siquiera a los diez minutos, recordar el contenido exacto de su pensamiento, esa cosa tan errática? Se asocia de muchas maneras diferentes, y a toda velocidad; e incluso buena parte del pensamiento queda inconsciente, a veces semiconsciente, y se pierden cantidad de nexos. Yo afirmo que es imposible decir la verdad de las cosas tal como sucedieron, por más veraz que uno pretenda y que uno quiera ser. Ahora, por ejemplo, al rememorar estos hechos que vengo narrando, tal vez estoy juntando dos o tres días en uno solo, u omitiendo datos importantísimos, y sobre todo mintiendo, a sabiendas, sobre el contenido de mis pensamientos, al cual trato vanamente de aproximarme. Ni siquiera podría relatar el fluir de mi pensamiento actual, porque se va rápido, corre más rápido que mis dedos y, al mismo tiempo, por querer escribirlo lo estoy modificando, frustrando, fastidiando la posibilidad de una enorme cantidad de asociaciones mentales que por el solo hecho de atenderlas, no se producen."



"Y al fin y al cabo, creo yo, el destino de toda cosa en el universo, tal vez incluso el universo mismo, sea convertirse en Literatura. Todo hecho que no se pierde de la memoria, se vuelve Historia o Novela, y finalmente la Historia se lee como Novela, cuando ha pasado mucho tiempo y ya los nombres y las situaciones carecen de significación afectiva para nosotros. Todo es, o será, Literatura, o por lo menos todo es, o será leído. O al menos escrito. Por ejemplo, Napoleón. ¿Qué diferencia hay, para nosotros, ahora, que haya existido en la vida real o que no haya existido? Hoy Napoleón es una entrada en mi diccionario enciclopédico, por la letra N, y otra por la B. También es para mí una novela de Joseph Roth, llamada Los cien días, y que trata de Napoleón; y una letra N con dos ramitas de laurel, impresas en un puente de París (si la memoria no me es infiel) y en una botella de cognac. En la etiqueta, creo. Mi apellido será una entrada en el diccionario o no será nada, que lo mismo da, cuando se haya perdido su memoria en la mente de las personas. Quiero decir: no importa que me falle la memoria, o que me engañe, inventándome cosas o, peor, deformándome cosas. Lo que importa es que lo que yo escribo sea Literatura, es decir, que si alguna vez alguien lo lee, lo encuentre interesante, o entretenido. No es preciso que sea Historia, porque tarde o temprano, la Historia también se leerá como Novela. Pero esto ya lo dije."




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