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miércoles, octubre 03, 2012

Alcancía Ida y Vuelta. Memorias de Rosa Chacel 




"En este cuaderno estudiaré los progresos que hace en mí la idea del fracaso: cada día estoy más familiarizada con ella. ¿Por qué, de pronto, escribo esto?... No lo sé si a mí misma no me importa, ¿a quién puede importarle?... Mi adiós a París ha sido el primer adiós de mi vida:probablemente porque es mi primer adiós a la vida."


“Llevo años en esta muerte de los sentidos, en esta atrofia de la personalidad -conciencia de la inutilidad del deseo, desánimo de la voluntad ante el intento indefectiblemente fallido-, buscando algún alimento, por ligero que sea, para sostenerme en la vida... Tengo muchas cosas para vivir por ellas, pero esas cosas no me nutren con la mínima emoción.”



“Podría poner aquí, entre comillas, las frases que causaron mi emoción, pero no lo haré, porque, si esto que escribo es para mí solamente, no es necesario, yo las recuerdo bien, y si es para que alguien lo lea -como es, en efecto- tampoco debo escribirlas, porque esas frases a otra persona no pueden sugerirle nada. Es mejor dejarlo así para que cada uno ponga en su lugar las frases que fueron en su vida fuentes de emociones semejantes”



“Creo que yo tuve aversión a la idea de escribir un diario porque me parecía imposible ceder al dictado de la casualidad. ¿Cómo escribir sobre cosas que no se han meditado, que caen en chaparrón, sobre las que estábamos meditando y nos tuercen el rumbo, nos vuelven del revés o nos dejan en blanco? Ahora he llegado a comprender que la gracia del diario está en eso”.


“Todo lo que estoy escribiendo hoy tiene carácter de memorias, son cosas de hace tres o cuatro días, pero están ya sedimentadas. Y es que no puedo decir nada de lo inmediatamente próximo: no puedo hablar con el que está apretándome el pescuezo. Tengo que esperar que afloje'.”


“Si llega a publicarse alguna vez nadie quedará informado de los hechos de mi vida: no creo que jamás lleguen a ponerse en claro, pero sí podrá sacarse de aquí una tónica, un acento que tal vez resulte concordante con mi obra”.


"...el miedo a la pérdida de la memoria, creciente con los años, me hace pensar en la ventaja de apuntar las cosas; sin embargo, sé que no lo haré nunca [...] pero aun mayor que el miedo a la pérdida de memoria, es el miedo a perder en total: la vida."


"Cuando una mujer bella se mira al espejo puede creer que lo que ve es ella. Cuando una mujer fea se mira al espejo sabe que lo que ve no es ella."

"Si yo hubiera tenido uno de esos cuerpos que permiten a una mujer ponerse en cualquier postura, no habría temido nunca llamar la atención sobre mí. Tampoco si hubiera sido un monstruo".

“…a mí me parece grotesco. No en la mano, considerado meramente como vestido, sino puesto en mí, como funda de mis inelegantes formas... He ganado tres o cuatro kilos: estoy otra vez tetuda y ordinaria. ¿Qué puedo hacer? Tengo un hambre feroz, un hambre desesperada: estoy por decir vengativa...”

"Es muy raro que, habiendo tenido, como siempre tuve, el sentimiento de mi insignificancia física, no puedo decir que haya padecido un complejo de inferioridad en ese terreno [...] pero en lo intelectual sí, casi puedo decir que lo padezco. Y no sólo por mí, sino por toda España".


“Así como afronto la vejez física con más valor de lo que es común en las mujeres, no quiero admitir ni el menor asomo de vejez intelectual y creo que es más seguro no afectar modernidad; conservarse en forma, tal como se fue siempre: mostrar el antiguo patrón, pero vertical, aguantando contra viento y marea”.

“¡Qué horror! ¡Qué vejez!... pero, en fin, es lo natural. Lo que no es natural es este otro horror: el asco con que tengo que vivir con todo esto.”

“Llevo ya casi un año y no he tenido tiempo para pensar en lo que me rodea, porque con lo que me sirven desde Río y Buenos Aires queda llena mi capacidad de sentimiento, de decepción, de desesperación, de terror...”


“…es curioso, esto de estar sin dinero es lo que ha destrozado nuestra vida y, sin embargo, hay momentos en que firmaría el compromiso de seguir así hasta el fin de mis días, si eso me asegurase que no iba a pasar nunca ninguna otra cosa peor.”

“Lo más angustioso para mí es que tengo el convencimiento de que yo no puedo salvar a nadie. Más todavía, tengo el convencimiento de que hundo a la gente, con frecuencia.”

“Difícilmente se encontrará un libro más autobiográfico -si no es Estación, ida y vuelta-, una confesión más exhaustiva del autor. Esto, en primer lugar, desconcierta, y en segundo, proyecta o desencadena sobre él la aversión que yo, mi persona, mi aspecto, mi comportamiento social, mis ideas y todo mi carácter suscitan allí donde caigo [...] no es más que el resultado de su incontestable autenticidad.”

“Es tan atroz lo que pienso de todos y de mí misma, que tal vez por eso me odian; me odian todos, sin excepción. Me odian cada día más y no es por mi conducta, porque mi conducta cada día es más... esa que llaman irreprochable. Hay algo que me indica el camino hacia la comprensión de este fenómeno -sólo el camino; todavía no veo nada claro- y es que algunas personas me odian al primer golpe de vista."

“…he inspirado a unos y a otros sentimientos buenos y malos, en una medida normal, pero hay un sentimiento que jamás inspiré a nadie, piedad. ¡Y me haría tanta falta!”

Sobre Buñuel:

“Él tenía todas las de ganar y ganó a toda velocidad, triunfó tal como merecía, yo me eclipsé -lo que se eclipsa queda escondido tras un cuerpo que oculta su brillo, yo no tuve nunca brillo, nadie me eclipsó: yo me difundí en el silencio ligeramente salpicado por encomios de algunas mentes prestigiosas -yo, con mi desprevenida franqueza de buena Juanita o tal vez de Juana la lista- mis tipos ancestrales eran esos universalmente creados como paradigmas de la mujer cabezuda- con mi sencillez y seguridad -mi seguridad era inmensa, ¿en mí misma, en mi personalidad en mis valores?... No, en mi vocación, que sobrepasaba en mucho a lo que se llama vocación.” profesional. La mía era vocación vital, esencial, a la que me había consagrado en mis primeros años.”

"...en realidad, encuentro pasado de moda todo lo mío. No creo que esto sea superable; sobre todo desde este pozo y sin poder tener libros nuevos, sin ver lo que se hace fuera de aquí, sin poder meterme en la corriente."


“Ahora no temo que mis cosas queden arrinconadas y perdidas porque, desde que me encuentro entre los cerebros rescatados, es seguro que habrá jóvenes que preparen tesis, etc. pero todavía es más curioso que yo adoro a esos jóvenes, y que la idea de que hagan sus tesis me causa una satisfacción inmensa.”

"Me alarma la facilidad con que lo estoy escribiendo. Siempre creí que una cosa fácil no puede ser buena, pero es que esto que estoy haciendo me resulta fácil por lo torrencialmente que aparece, pero para el lector no será fácil; tal vez sea insoportable."

“He releído por primera vez Barrio de maravillas. No me había sucedido nunca tener tan pocas ganas de releer un libro mío. La verdad es que no comprendo el éxito que ha tenido, y no porque no me haya gustado, no, sino porque es muy otra cosa de lo que parece. Creo que el éxito se debe al título, que le da carácter de algo popular. Luego, el principio de las dos niñitas parece que va a ser cosa inteligible y no lo es. Es inaguantablemente abstruso. No está mal, no, pero poca gente habrá entendido algo, ¡y el caso es que se ha vendido!, ¡qué misterio! Tal vez mi éxito de la T.V., que es otra cosa misteriosa, haya dado a mi nombre autoridad suficiente para que encuentren bueno todo lo que sea mío... ¡Quién podía sospecharlo!”






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